domingo, 22 de noviembre de 2009

Veneno

Hoy me doy cuenta de cómo han cambiado las cosas.
De cómo he cambiado yo mismo.
De cómo cambiaron los demás y de los cambios que han producido en mí.

No he tenido demasiada suerte en esta vida. Puede que sí en algunas cosas, pero en otras la crudeza ha rodeado mis 17 años de existencia.
Y sin duda, me ha hecho más fuerte.
Sobre todo el contacto con los demás. Ese que enriquece y destruye a partes iguales. Ese que hace que te abandones a ti mismo por los demás, haciendo que, cuando vuelves la vista atrás, no te reconozcas a ti mismo.

Sí, me faltaba veneno.
Y me sobraba inocencia.
Y a fuerza de inocular la ponzoña en mis venas, he llegado a asimilarla, a absorberla, a producirla por mí mismo.
Ya no necesito vuestra ayuda, gracias.
Me muerdo la lengua y me enveneno yo solo.

Ahora me planteo que a lo mejor no compensaba. Que quizá debería de haber valorado más lo que era yo, más que lo que eran los demás.
Quizá no debí confiar tanto, quizá la resaca haga que no compense la borrachera.
Espero no volver a cometer ese error.

No hay rosas sin espinas


No hay comentarios:

Publicar un comentario