sábado, 3 de enero de 2009

Anoche (anteanoche, en realidad)

¿Y ahora por qué no me puedo dormir? ¿Por qué le doy vueltas a un problema que en realidad no tengo? ¿Por qué veo complicaciones por todas partes?

¿Estaré intentando ser quien no soy?, me pregunto, ¿Qué es lo que siento de verdad por esa chica? ¿Encajo de verdad en este grupo, en esta sociedad, es esta persona verdaderamente mi amiga o es sólo conveniencia, o miedo a estar solo?

Las cosas deberían de ser más sencillas. A veces echo de menos esa infancia, donde los colores eran más vivos, las carcajadas más frecuentes y de la preocupación lo único que sabíamos era deletrearla. Cuando tu amigo era el que se sentaba al lado en clase, y cuando salías de la “ikas” tenías al vecino de abajo para jugar. Cuando organizabas una boda de mentira con la niña que te gustaba (yo aún sigo casado) y no importaba si te hacías daño, ya se curaría.

Ahora no. Ahora las relaciones entre la gente son complicadas, sean del tipo que sean. Y cuando tu vida empieza a mejorar, cuando tienes lo que anhelabas, empiezas a pensar si realmente esto era lo que querías, o si serán sólo apariencias, y al final el miedo a ser feliz te acaba arrastrando abajo. Otra vez.

Hoy es uno de esos días (noches) en las que no duermes dándole vueltas a no se sabe qué, y acabas llorando sólo porque sí, porque te apetece autocompadecerte un rato.

Pues no señor, me niego. Ahora dejaré de temblar, me dormiré, y si mañana todo esto sigue ahí, y no ha sido, como probablemente es, un delirio de mi mente retorcida, ya se hará lo que se tenga que hacer.

Adió, cuaderno.

No hay comentarios:

Publicar un comentario