martes, 1 de febrero de 2011

And in my head I make a picture...

Mirando el gotelé de la pared, veo la cara del viejo jorobado. Esa que ya daba por perdida. Y también el perro del ciego, y la zapatilla de la bailarina. Ambos, antiguos pasajeros de mi pared. Nuestra pared. La que podía ocultar miles de formas a descubrir en momentos ociosos.


No sé si los recordarás, allí donde estés. Yo desde luego, los recuerdo muy bien. Bueno, quizá no tanto. Ya sabes, el tiempo pasa para todos.

Y es que hoy, Val, he encontrado nuestro viejo álbum de fotos. Fotos color sepia, en blanco y negro, a veces incluso a color. Pero sobre todo sepia, el color de los recuerdos. Recuerdos de aquellos momentos, allá por los años 50, o quizá los 90, según el día. No se aprecia tu color de pelo, pero yo sé muy bien que era rojo. Bueno, rojo para mí, según tú era caoba, o violín, o cobrizo, ya no lo recuerdo. Sólo sé que brillaba como el fuego al sol de Otoño.

Te echo de menos. O lo hacía. Ahora has pasado al mundo de los recuerdos. Recuerdos perfectos, de olor a canela y tierra húmeda. De brillos dorados a través de los cristales del invernadero. El naranja no visita ese invernadero desde que te marchaste. Ese invernadero donde intercambiamos sueños y caricias, lágrimas y miel. A veces me siento junto a la fuente, bajo el sauce, a recordar viejos tiempos. Todavía hay peces en la fuente, de los que jugabas a coger con las manos. O bueno, quizá sus hijos. Y el viento sigue meciendo las ramas del sauce, el que susurraba siempre la misma canción. En fin, no todo ha cambiado.

Lucas también te echa de menos. Y ya sabes que Lucas no sabe echar de menos a nadie. Amor de hermano, supongo. De todos modos, ya casi no hablo con él.


Hojeando el álbum, he comprobado que mis recuerdos eran reales. A veces tengo mis dudas. Ya sabes, demasiado bucólico, demasiada iluminación de película y banda sonora imaginaria. Sinceramente, espero que a ti también te pase. Por cierto, Rosalia alpina. El insecto que soñaste y dibujaste en uno de los márgenes es la Rosalia alpina. Pensé que querrías saberlo.

Dime, ¿qué fue de ti? ¿Llegaste a ser pintora como soñabas? O bailarina, o actriz, o médico o pastelera, o... Bueno, ¿llegaste? Espero que sí.

Aunque nunca llegué a entender tu marcha, si espero que vuelvas por aquí, al menos de visita. Las Ruinas del Verano siguen increíblemente blancas, y la hiedra está más alta cada año. No te imaginas lo que añoro hacer pompas entre ellas, y contemplar al viejo Bribón perseguirlas, sobre todo cuando las hacía explotar con su naricilla y se le quedaba jabón en los bigotes. Y tras la puesta de Sol, dormir en la paja seca bajo cielos de terciopelo y estrellas de mercurio.

Guardaré la carta en tu tocador, con las demás, con la esperanza de que la leas en uno de tus sueños.
A la espera de tu regreso, y por siempre tuyo, Z.


Why don't you come on over, Valerie?

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