domingo, 7 de febrero de 2010

Night. Windows.

El ser humano tiene la mala costumbre de sentirse más especial de lo que es.
Todos, en algún momento, nos hemos sentido dueños de un pensamiento, de un sentimiento único, de una personalidad complicada que nadie más podía comprender. En algún momento por nuestra cabeza ha cruzado la descabellada idea de ser únicos, de ser diferentes, especiales.
A menudo creemos ser los únicos con dos dedos de frente, los únicos que piensan y se preocupan, los más maduros e inteligentes. Craso error.
En noches como ésta, miro por la ventana. A través del cristal veo decenas de ventanas con luces encendidas, y unas cuantas con las persianas bajadas.
Y me pregunto: ¿Habrá alguien mirando a traves de ellas, alguien que se haya sentido exactamente igual a como me siento yo, que se haya encontrado en las mismas situaciones que yo, que haya experimentado rabia, alegría, impotencia y desesperación de la misma manera que yo?
Seguro que sí.
Porque, recordemos, no somos especiales.
Es mejor que no se nos olvide nunca.
O cometeremos el error de despreciar a los demás, de sumergirnos en nuestro egocentrismo, y también el de no confiar en nadie.
Pienso en las decenas, quizá cientos de almas atribuladas que vivirán en el bloque de enfrente, y sus retorcidas historias.
Me dan dolor de cabeza

No hay comentarios:

Publicar un comentario